sábado, 31 de marzo de 2007

¿Por qué cuesta tanto meter preso a un barra brava en Argentina?

En la historia violenta del fútbol nacional hubo en total 146 muertos y más de 100 imputados en diferentes causas. En la mayoría no se dictó sentencia, ya que se anularon parte de las pruebas y los juicios nunca llegaron a nada.

El caso de Rafael Di Zeo, quien junto con otros barras de Boca se entregaron para cumplir su condena, se suma a otros dos fallos históricos entre los que se encuentra la causa de José Barrita, "El Abuelo".

"Encubrimientos", "pactos de silencio" y "corrupción" son algunos de los problemas que mencionan los especialistas.

Un repaso por la historia de la violencia en el fútbol argentino.

El comienzo de la violencia, de Héctor Souto a Lucas Quiroga:

Son el primero y el último de los muertos por episodios violentos ligados al fútbol. Héctor murió el 9 de abril de 1967 en la cancha de Huracán, en un encuentro entre ese equipo y Racing, por su muerte se empezó a hablar de barrabravas.

Lucas perdió la vida en la madrugada del 13 de febrero último, cuando se encontró en medio de un tiroteo por una disputa interna entre hinchas de Godoy Cruz de Mendoza, por él aún se sigue hablando de las barrabravas. Ambos tenían 15 años.

"Se lo persigue por que la hinchada de Boca es la más grande, con otras personas no pasa lo mismo. Es -el Rafa- un Chivo expiatorio, si lo que pasó en los quinchos de River pasaba con Boca, esto era un revuelo nacional” , dice José Monteleone, abogado de Rafael Di Zeo.


Desde aquella primera muerte a estos tiempos se generó una telaraña de tragedias vinculadas a estos grupos que casi nunca llegaban a nada.


Las dificultades para enviar a la cárcel a un barrabrava:

El principal escollo a superar es la espiral de silencio que se genera a partir de un hecho violento, ese “pacto”, como lo denominan algunos, es un grave problema. Eso opina Marcelo Romero, quien fue el fiscal que investigó las supuestas amenazas a los jugadores de Gimnasia para que “vayan para atrás”, en un partido con Boca a finales del año pasado.

“El principal problema es la falta de colaboración. Hay miedo y encubrimiento. Según los dirigentes, nunca saben quienes son, los jugadores nunca hablan, no aparecen testigos y los familiares de las víctimas se encuentran solos. Los clubes aportan los videos sí, pero si no hay gente que reconozca a los violentos en ellos, no sirven de nada”, dijo Romero.

Cuatro muertos en el primer semestre de 2002 agotaban los recursos de lucha en la justicia por lo que el Ministerio de Seguridad de la provincia creó el Coprosede, el asesor legal de este comité, Gustavo Lugones, no dudó en asegurar a este medio que en todo esto “hay un claro pacto de impunidad”.

Pasaron casi 40 años desde aquel primer caso de Lucas Quiroga. Hubo en total 146 muertos y más de 100 imputados en diferentes causas. En la mayoría no se dictó sentencia por que se anularon parte de las pruebas y los juicios nunca llegaban a nada, simplemente se archivaban.


“Sucedió con el caso de los barras de Boca y Chacarita, las bandas de Rafael Di Zeo y “Pajarito” Benedetti (el barra de Chaca que fue atacado por los de Boca) terminaron transando en el juicio oral para no tener una pena mayor”, se indigna Lugones.


Sin embargo “el caso de los barra de Boca” como dice Lugones, prosperó de tal manera que los hermanos Di Zeo, Diego Rodríguez, Fabián "Fredy" Krueger y Gustavo "El Oso" Pereyra, deberán pasar sus próximos cuatro años tras las rejas por una condena por “coacción agravada”.

Violencia de las cuatro décadas:

Pasaron casi 40 años desde aquel primer caso de Lucas Quiroga. Hubo en total 146 muertos y más de 100 imputados en diferentes causas. En la mayoría no se dictó sentencia por que se anularon parte de las pruebas y los juicios nunca llegaban a nada, simplemente se archivaban.

Pero a veces la justicia pudo esquivar los “vericuetos” de ciertos abogados defensores y logró condenar a un total de 51 personas, lo que no significa que todas hayan sido detenidas.

Hasta el caso de “los Di Zeo y sus laderos” la última condena que se había conocido era la que se les dictó a los doce barras de la “Doce”, de Boca Juniors, también por “coacción agravada” por el uso de armas, pero en ese caso ninguno fue preso por que las sentencias nunca estuvieron firmes.

En cambio dos hechos históricos lo constituyeron el juicio a José Barrita, “El Abuelo”, quien fue condenado en su momento a 13 años bajo la figura de “asociación ilícita”, en el marco de la investigación por la muerte de dos hinchas de River. Además, en 1997 otros seis barras de Boca fueron condenados a ocho años por “homicidio en riña”, por la muerte del hincha de Independiente Osvaldo Bértolo.

El presidente de Vélez, Raúl Gámez, no niega la relación dirigentes-barras. Admite que entrega micros y entradas pero confiesa “el tema se nos está yendo de las manos. Nos tienen acorralados”.



Contrastes en la lucha contra los violentos:

El fiscal Marcelo Romero hablaba de la soledad de las familias de las víctimas. María Esther Alvarez es hija de Margarita Gaude de Alvarez, quien tuvo el triste privilegio de ser la única mujer cuyo nombre figura en la lista negra de los muertos por hechos violentos del fútbol argentino.

El fatal “error” de Margarita fue tomar el colectivo de la línea 107 cerca de la cancha de Central, en Rosario, quedó en medio de una pelea de hinchas justo cuando estaba por descender del coche y unos piedrazos terminaron con su vida una semana después. Fue en 1991, Maragarita tenía 66 años. Su hija, María Esther cuenta “nunca supimos quien la mató. Los medios venían a hacernos entrevistas y pedíamos que por favor se presentaran testigos, pero nunca apareció nadie”.

Mientras que Esther procura encontrar a barrabravas, José Monteleone hace todo lo posible por esconderlos. Es el abogado y amigo de Rafael Di Zeo y también defendió a otros barras de Boca. “Lo conozco desde hace más de treinta años”, dice.

“Se lo persigue por que la hinchada de Boca es la más grande, con otras personas no pasa lo mismo. Es -el Rafa- un Chivo expiatorio, si lo que pasó en los quinchos de River pasaba con Boca, esto era un revuelo nacional”, así hace referencia a la ineptitud de parte de los dirigentes de River para manejar la situación con barras de su club luego de un tiroteo en sus instalaciones.


Connivencia de dirigentes y pases turbulentos, son parte de la misma historia:

Las transferencias tampoco quedan a salvo de las irregularidades del fútbol. El abogado Marcelo Parrilli fue quien introdujo el “tema Higuain” en la pelea entre los líderes de la barra de River, Adrián Rousseau y Alan Schlenker, en los quinchos del club a comienzo de año.

Parrilli denunció ante la fiscalía que dinero de ese pase iba a ser parte de pago de las “mensualidades” que los dirigentes de River le pasaban a los Barras “millonarios”.

Cuando Alfredo Cascini llegó a Boca en 2002, el juez Mariano Bergés investigó una presunta maniobra en la que el mediocampista habría arreglado con Rafael Di Zeo una suma de dinero para que la hinchada de Boca “meta presión” a los dirigentes para poder jugar en el club de la Rivera.

Por su parte, el presidente de Vélez, Raúl Gámez, no niega la relación dirigentes-barras. Admite que entrega micros y entradas pero confiesa que el tema se nos está yendo de las manos. Nos tienen acorralados”. Con respecto a la intermediación de los barras en los pases Gámez arremete “en Rosario dicen que a los jugadores los ponen los hinchas. Yo no sé, pero se dice eso”.

El asesor legal del Coprosede, Gustavo Lugones, no dudó en asegurar que en todo esto “hay un claro pacto de impunidad”.


Lo que viene...

La parábola desde la muerte de Souto a la de Quiroga envuelve cientos de historias de corrupción, de violencia y más tragedias.

Pasaron cuarenta años y seguimos hablando de los barrabravas, por que siguen al lado nuestro y en las tribunas. El caso de la condena a Rafael Di Zeo y sus secuaces puede llegar a ser un buen ejemplo en otras tantas causas. La justicia y la sociedad tendrán la última palabra.