lunes, 8 de noviembre de 2010

Abuela astuta

 

Una anciana va al  supermercado y pone en su canasta las latas más caras de comida para gatos. Ya en la caja, le dice a la  cajera:
- Yo sólo compro lo mejor  para mi gatito.
La cajera le  responde:
- Lo siento, pero no podemos venderle comida para gato sin que compruebe que tiene Ud. un gato. Muchos ancianos compran comida para gatos y luego, por necesidad, ellos mismos se la comen. La gerencia necesita una prueba de que realmente usted tiene un gato.
 
La anciana se va a su casa, coge su gato, lo mete en un maletín y regresa al supermercado para comprobarlo. Le venden las latas.
 
El día siguiente, la misma anciana va al súper y compra 12 galletas para perro.  La cajera le exige la prueba de que tiene un perro, aduciendo que muchos ancianos llegan a comerse la comida para perro. Frustrada, la anciana va a su casa y regresa con su perro; al fin, le venden las dichosas galletas.
 
Un día después la señora regresa al súper, y lleva una pequeña caja con un hueco en  la tapa. Al entrar, se acerca a la cajera y le pide que meta un dedo en el hueco de la tapa. La cajera le dice:
- No... quizá  usted tenga ahí una serpiente.
 
La anciana le asegura que en la caja no hay nada que muerda. Entonces, la cajera mete el dedo...  e inmediatamente lo retira y le grita a la anciana:
- ¡Esto es mierda!
 
La viejita, con una sonrisa de oreja a oreja, le dice a la cajera:
 
- Es cierto, querida. Y ahora... ¿puedo comprar cuatro rollos de papel higiénico?
 

             

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