sábado, 15 de octubre de 2011

Tabaré y las Papeleras: Editorial del Buenos Aires Herald


By: Michael Soltys
Hay tan poca oposición a la reelección de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner en la votación del próximo fin de semana que el conflicto ha tenido que ser importado bajo la forma de declaraciones absurdamente gratuitas por parte del ex presidente uruguayo Tabaré Vázquez con respecto a la guerra que nunca fue con un hombre que ya ha muerto; a saber, la posibilidad hipotética de la continuación por otros medios de un conflicto diplomático que surgió a partir de 2005 con el entonces presidente Néstor Kirchner por la planta de celulosa de Fray Bentos. Hasta ahora, lo único que se parece a un disparo es el tiro que le salió por la culata a Vázquez, viéndose en la obligación de anunciar un retir o anticipado de la política y al Frente Amplio oficialista dar paso a una nueva generación en las próximas elecciones presidenciales a fines de 2014 (para las cuales Vázquez tendría 74 años). La mayor parte de la reacción política ha ocurrido del otro lado del Río de la Plata (lo cual lleva a sospechar que existen luchas partidarias intestinas que van más allá de cualquier aprehensión argentina), siendo la reacción principal de este país el asombro absoluto.

Sin embargo, los comentarios autodestructivos del ex presidente fueron funcionales para la agenda electoral del gobierno de CFK en al menos un sentido; la invocación de una posible asistencia de los Estados Unidos hace posible que su gobierno se coloque del lado opuesto a Washington sin ninguna confrontación directa. El hecho de que Vázquez se haya sentido físicamente amenazado por los a ctivistas ambientalistas de Gualeguaychú (quienes a menudo apenas llegaban a ser media docena de personas cortando el puente sobre el Río Uruguay) ya era absurdo, pero si realmente le temía a Greenpeace, tenía que llamar a los franceses (quienes hundieron al Rainbow Warrior en 1985), no a los Estados Unidos. Pero la idea de que los cinco aviones de combate de Uruguay (que apenas pueden despegar) se enfrenten al poder atrofiado de la Fuerza Aérea Argentina (con un total de 180 aviones de todo tipo, en comparación con los 230 que había hace 75 años) con problemas similares para despegar no merece ni una mención, al menos que se suponga que la Argentina esté desesperada por una guerra que pueda ganar (a diferencia de la Copa América).

Si estos comentarios poco serios durante una charla en una escuela pudieron tener una repercusión tan masiva, esto refleja en muchos sentidos la apat&iac ute;a extrema de una campaña electoral que se supone estaría llegando a su punto culminante. Si se trata de un estadista retirado que ha ido de lo sublime a lo ridículo, o si todo esto es parte de un “operativo clamor” por Vázquez es algo que deberán resolver los uruguayos. Mientras tanto, podemos estar seguros de que tanto las aguas del Río de la Plata como del Río Uruguay fluyen sin alteraciones.

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