Desde el pedido de captura del empresario Leandro Santos, un pope del modelaje con bajo perfil, la prostitución VIP fue una de las frases más mencionadas en los medios a lo largo de todo el mes de febrero y principios de marzo. Debates, análisis, pero sobre todo mucha hipocresía se puso sobre la mesa para hablar de las "modelos" que se brindan con servicios exclusivos, y la utilización de este vínculo sexual para parir grandes negocios en la televisión, primeras marcas o incluso llegar a conducir programas de cable en horarios centrales sin una carrera profesional muy extensa.
La prostitución VIP va más allá de las afamadas siglas "L.S" (por Leandro Santos). Alcanza niveles de poder impensados capaces de tapar cualquier información con el simple motivo de "cuidar" a su proxeneta preferido.
Hoy Leandro Santos goza de libertad, pero no podrá salir de Argentina por ningún motivo, y será la justicia argentina la que debe decidir si permite que sus pares uruguayos puedan juzgar a "L.S" por los cargos que enfrenta por integrar una red de explotación sexual de mujeres.
Del mensaje mafioso al éxito
Santos pegó un salto gigante en el mundo empresarial de las modelos. De aquel stripper cansado de trabajar para terceros, formó un equipo de compañeros para llevar su show de striptease donde lo contrataran. Luego llegaron las mujeres y nació la agencia que llevaba su nombre, emprendimiento que compartía con el modelo masculino Diego Nicolás Rodríguez, el rostro de la marca Dufour.
Ambos eran muy amigos y decidían muchas de las maniobras a futuro de la empresa, pero nunca se rotularon como socios. Una tarde de octubre de 2010, dos delincuentes masacraron de cuatro disparos a Diego en un robo en la localidad de Villa Luro. Los asesinos huyeron sin robarse un centavo, ni el rodado del modelo. El asesinato marcó un antes y un después en la vida de Santos.
Rodríguez jamás estuvo de acuerdo en los contactos que comenzaba a forjar su amigo Leandro, y muchos menos coincidían en las metodologías de trabajo para cerrar acuerdos comerciales con determinadas productoras o empresas.
Leandro pega el gran salto comercial y sus chicas ocupan los primeros planos, siendo la productora Ideas del Sur el centro de exposición.
Paradójicamente, dos meses después de éste asesinato, se abre la causa en Uruguay que vincula a Santos.
El prostíbulo del show
En diciembre de 2010, un arrepentido se presentó ante la jueza uruguaya Graciela Gatti y denunció el funcionamiento de la red de prostitución montada en Montevideo y Punta del Este.
Gatti bautizó la investigación como Operación Blanca y recibió colaboración de la Dirección General de Crimen Organizado de Uruguay e Interpol. Pero la justicia oriental recién comprendió el alcance de la organización al recibir a dos jóvenes menores de edad, que relataron el método de captación de los acusados (identificadas con las siglas J.M.A.F y R.R.D, según consta en la causa) y el procedimiento que utilizaban los clientes para elegirlas.
Las protagonistas del relato ejercían la prostitución en Uruguay, donde no es delito si se realiza de manera particular sin ser explotada por otra persona.
Los testimonios explicaron que la selección de las chicas se realizaba a través de un book de fotos y los encuentros eran pautados en Punta del Este y la capital uruguaya; en el exclusivo balneario las citas se pagaban mil dólares, mientras que en Montevideo la tarifa variaba entre los 300 y los 400.
La jueza también descubrió que el negocio había cruzado el Río de la Plata y que, según la denuncia, el manager Santos guardaba estrecha vinculación con los dos proxenetas uruguayos, a quienes brindaba apoyo logístico para el desembarco de las jóvenes en Buenos Aires.
En Argentina, Santos mantenía una estrecha relación con toda la cúpula de El Trece, en especial con el gerente de producción del canal, Eduardo "Coco" Fernández, y la productora de Marcelo Tinelli, Ideas del Sur, mediante una muy buena relación con el conductor Mariano Iudica (incluido en la causa con las siglas M.I).
En la productora, muchos empleados sostienen off the record que el empresario llegó a tener un poder similar al de un productor de primera línea en Ideas del Sur, y su cercanía a Federico Hoppe y Pablo "Chato" Prada, confidentes de Tinelli, lo avalaban.
"Santos nos contactaba con M.I, que nos prometía conocer a Tinelli y desfilar en su programa 'La cocina del show' a cambio de un intercambio sexual. Luego de practicarle sexo oral, desfilábamos en el programa y por la noche nos llevaban a un galpón para formar parte de orgías", relata una de las denunciantes en la causa.
El galpón en cuestión era nada menos que el boliche "INK", ubicado en el barrio de Palermo, lugar en el cual todos los domingos se realizaban este tipo de orgías a puertas cerradas y sólo para algunos clientes. Recordemos que Mini Vázquez, el dueño del lugar, es íntimo amigo de Tinelli y concurre asiduamente a sus programas.
Estos actos dieron vida al vínculo comercial que Santos generó con El Trece, siendo "Coco" Fernández el nexo para que las cincos secretarias del programa "A todo o nada", conducido por Guido Kazcka, pertenecieran a su staff: Barbie Franco, Ailén Bechara, Lorena Wells y Bárbara Armesto.
Otros de los elementos de su agencia que llegaron a diferentes programas producidos por Ideas del Sur fueron: Federico Baldino y Facundo González (SXB 2), Hernán Cabanas, Erika Mitdank (la bebota mimada de Tinelli) e incluso la ganadora del primer "Soñando por Bailar", Eugenia Lemos.
La ruleta ganadora de Santos
¿Quién solventaba económicamente a Leandro Santos? Quizás es la respuesta más conocida, pero más difícil de comentar. La base económica del empresario se la ofrecía el dueño del reconocido Casino Victoria, Daniel Mautone, que sería el responsable de dar vida al imperio Santos con pagos semanales de 200 mil pesos para llevar cinco ó siete chicas a su casino con la intención de ser ofrecidas a los clientes VIP que se alojaban los fines de semana.
El dueño del casino no sería más que el responsable de pagar tremendos honorarios de letrados y faraónicas cauciones reales.
Mautone también tenía su "modelo" preferida: la bailarina y ex participante del "Soñando por Bailar" y actual secretaria del programa conducido por Guido Kazcka "A todo o nada", Barbie Franco.
El vínculo se fue fortaleciendo merced al buen material femenino que aportaba a los invitados de Mautone en el casino de la localidad entrerriana de Victoria. Leandro, muy metido en Ideas del Sur, volvió a aprovechar su prostitución VIP para generar otro vínculo comercial, esta vez, entre Casino Victoria y la afamada productora de Marcelo Tinelli.
Detalle: Mautone es hoy actual socio de Daniel Angelici, flamante presidente de Boca, que maneja bingos, hipódromos y tragamonedas.
El "padrino" Mautone, además, sería quien aportaba el dinero para que Santos llevará chicas al Hotel Conrad, en la ciudad uruguaya de Punta del Este, lugar donde también ofrecía el servicio de sus chicas favorecido por una relación amistosa con una modelo-actriz que supo integrar las huestes de Tinelli, y a quien durante sus veraneos en el lujoso hotel esteño se la habría visto ofrecer servicios VIP a importantes empresarios que elegían el lugar para descansar.
Un hermano adicto y ¿entregador?
Leandro Santos tiene un hermano cuyo nombre es Rodrigo (supo ser novio de la modelo Jésica Cirio), que siempre tuvo problemas de drogas y alcohol y que nadie en la familia quería asumir.
Incluso la vida nocturna de Leandro no ayudaba a la recuperación de Rodrigo, que siempre se veía tentado por las mujeres y el fácil acceso a sectores de poder que jamás hubiera imaginado.
Antes de tomar estado público el pedido de captura para Leandro Santos y la detención de dos empresarios uruguayos (el 14 de febrero explotan los medios con la noticia), Rodrigo fue detenido en Punta del Este (el día 17 de enero) por consumo de cocaína, y se encuentra incluido en la causa en la que está imputado Leandro. Cabe mencionar que en el año 2009 le habían clausurado la Mansión Playnite & Yatch por "prostitución y disturbios".
La sospecha de un interrogatorio en un momento de abstinencia de Rodrigo habría devenido en una profunda confesión de acciones ilegales cometidas por su hermano. Una pinturita.