martes, 15 de febrero de 2011

LA IZQUIERDA NACIONAL Y EL FRONDIZISMO

A propósito de la obra olvidada de Esteban Rey

LA IZQUIERDA NACIONAL Y EL FRONDIZISMO

En la reciente polémica Galasso-Altamira, una de las tantas mentiras
que se dicen sobre la Izquierda Nacional es que habría apoyado en su
momento a Frondizi.
Veamos.
En 1957 aparece el libro de Esteban Rey "¿Es Frondizi un nuevo
Perón?", que expresaba a la vertiente "no ramista" de la IN. Llevaba
el sello editorial "Lucha Obrera", nombre del periódico del PSRN que
Rey había dirigido y en el que habían participado con máximo
protagonismo Ramos y Spilimbergo. Se trata de una durísima crítica a
Frondizi y al frondizismo. Pero esto no es todo. En 1959 Ramos dirigía
la colección "La Siringa" de la editorial Peña Lillo. El primer título
de la colección fue "Historia Política del Ejército Argentino", del
propio Ramos. Y el segundo título fue "Frigerio y la traición de la
burguesía industrial", de Esteban Rey. Se trata de un libro que
completa al anterior de 1957.
Si la Izquierda Nacional apoyaba al frondizismo, como dice Altamira y
concede por omisión Galasso, ¿cómo explicar la publicación de estos
libros en el instante mismo en que el frondizismo estaba plenamente
vigente, despertando expectativas incluso en el Partido Comunista y en
los intelectuales del grupo "Contorno"? La verdad es ésta: Altamira
acusa a la IN de lo que sea simplemente porque es un enemigo acérrimo
de la IN. Y Galasso no retruca el punto debido a que para justificar
su adhesión al kirchnerismo inventó hace un tiempo una teoría según la
cual hay gobiernos "ni nacionales ni antinacionales", como los de
Frondizi o Illia, que son merecedores de apoyo en tanto "mal menor".
El kirchnerismo, según Galasso, entraba dentro de esta categoría de
gobiernos hasta hace poco; ahora ya sería un gobierno plenamente
"nacional".
Es decir: para Galasso, que la IN hubiera apoyado a Frondizi no
implicaría hoy problema alguno. Para la IN sí: recordemos que en
setiembre de 1973 el FIP llamaba a votar a Perón con su boleta y no
con la del Frejuli alertando que en el Frejuli estaban los burócratas
sindicales, los conservadores y los desarrollistas, todos ellos
enemigos de la clase obrera y de la perspectiva del socialismo.
REY VATICINO LO QUE SUCEDERIA AL FRONDIZISMO
Como le dije al compañero Garetto, uno de los aciertos más notables de
"¿Es Frondizi un nuevo Perón?" es el vaticinio sobre lo que sucedería
en caso de que Frondizi llegara al gobierno (el libro fue escrito un
año antes de que eso sucediera). En el capítulo titulado "¿Y si fuera
presidente?", Rey escribe cosas como las que transcribo a
continuación:
"Frondizi no tiene un capital político propio; es una especie de
comanditado de la burguesía industrial, y resultaría elegido por el
voto mayoritario de los peronistas. Al día siguiente de estar en la
Casa Rosada se enfrentaría con el problema de dar satisfacción a todas
las corrientes, tendencias e intereses que contribuyeron a su
ascensión al poder".
¡Esto es exactamente lo que sucedió! El gobierno de Frondizi se
caracterizó, justamente, por los desesperados intentos del Presidente
de permanecer a flote en medio de poderosas corrientes de signo
opuesto que lo tironeaban hacia uno y otro lado: el sindicalismo, la
pequeña burguesía progresista estilo los hermanos Viñas, las fuerzas
armadas, el peronismo, la Iglesia católica, el capital imperialista.
Rey indica que esta situación era previsible. ¿Podría Frondizi
sobrellevarla?
Escribe Rey: "No, no podrá; no puede ya, en el presente, oponerse a
todo esto que, sin ser gobierno, gobierna actualmente su corriente y
le impone rumbos y caracterizaciones. Frondizi no representa intereses
sociales y económicos concretos de ninguna clase o agrupamiento social
importante o decisivo en la República. No podrá por ello evitar las
presiones y las imposiciones. Está atrapado por los que lo llevan de
bandera y lo imponen como candidato. Pero así como no podrá resistirse
a las presiones, no podrá tampoco satisfacer los requerimientos de sus
parciales o de los que, circunstancialmente, se han definido como
parciales suyos".
¿Y cómo concluiría una experiencia como la que Rey preveía? Dice: "La
violenta luz del poder colocaría en un primer plano a todas sus
marchas y contramarchas, llevando el descontento hasta los límites más
extremos de partidarios y enemigos. Esto le está impuesto no por su
propia naturaleza sino por la naturaleza del momento que encabeza y de
las fuerzas sociales en las que asienta su partido y negocia su
candidatura. Todo lo que de contradictorio hay en él y su postura,
todo lo que de inexplicable tiene el prometer tanto a tan distintos y
contradictorios sectores, se origina en la inestabilidad social de las
clases medias urbanas y de los sectores burgueses industriales que lo
siguen y a quienes expresa políticamente. El poder, como un negativo
de fotografía, revelaría esto descarnada y cruelmente. Ello
contribuiría también a su inevitable caída".
¿No resulta impresionante constatar hoy, más de cincuenta años
después, la extraordinaria "capacidad predictiva" del compañero
Esteban Rey? ¿Acaso era vidente? Nada de eso. El pronóstico de lo que
sobrevendría era consecuencia de un diagnóstico certero fundado
principalmente en un análisis de clase, pero también en el perfil
político e ideológico (y hasta caracterológico) de Frondizi. Para
valorar en sus justos términos el acierto de Rey, puede considerarse
que el grupo "Praxis" en el que militaba Altamira publicaba semanas
antes del triunfo de Frondizi el folleto "La crisis del radicalismo",
de Marcos Kaplan, en el que se proniosticaba... ¡que Frondizi no
ganaría las elecciones!"
FRONDIZI: CÓMO AISLAR A LA CLASE MEDIA DE LA CLASE OBRERA
La primera parte del libro de Rey abunda en declaraciones de Frondizi
durante los años del gobierno peronista: su oposición a la
nacionalización del Banco Central, de los ferrocarriles, de los
teléfonos. También se reproduce el apoyo de Frondizi a los golpistas
del 16 de junio de 1955, su llamado a destruir a la CGT y su apoyo a
la "Libertadora", a la cual seguía reivindicando un año después en los
siguientes térmios: "la revolución está justificada históricamente
porque se hizo para salvar la dignidad moral de la república; se hizo
para restaurar la libertad que no existía ni para los partidarios del
gobierno ni para los adversarios".
Leyendo a Rey, uno no entiende cómo puede el compañero Garetto
considerar que Frondizi y el frondizismo se ubicaban en el campo
nacional-popular. Ni siquiera puede entenderse el lugar "intermedio"
entre el campo nacional-popular y el campo antinacional que les asigna
Galasso.
Rey, que no era un pensador ni un teórico, sino un periodista
brillante e intuitivo, supera en penetración a Garetto y a Galasso.
Tras reseñar el posicionamiento progresivamente "crítico" que iba
adoptando Frondizi ante la "Libertadora", escribe: "Es precisamente en
este momento cuando la oposición de Frondizi juega su papel de freno
al curso del proceso. A manera de un dique, contiene a las clases
medias que tienden a alejarse y las mantiene dentro del campo de la
'revolución libertadora' o, lo que es lo mismo, dentro del plano
político en el que la defensa de los intereses esenciales de la
oligarquía y el imperialismo se aseguran".
Lo que acabamos de leer bien podría considerarse una lección de
"dialéctica aplicada": Frondizi es un producto de la clase media, pero
en la medida en que actúa políticamente, adquiere la suficiente
autonomía como para operar sobre la clase que representa y propiciar
un determinado alienamiento político, en el caso, junto al bloque
oligárquico-imperialista que combatió al peronismo.
A mediados de los años 30, Frondizi había participado en los intentos
frentepopulistas impulsados por el stalinismo y se había ubicado junto
al imperialismo "democrático" contra las potencias fascistas que lo
desafiaban. Había apoyado dentro de la UCR a Alvear, y no a FORJA. A
partir de 1945 y hasta 1955, intentó ser un crítico "de izquierda" al
gobierno de Perón.
"Frondizi es el dirigente de la clase media urbana", sentencia con
razón Rey. Pero, ¿qué es esa clase media? Así la caracteriza Rey: "A
la clase media urbana pertenecen el abogado de empresas imperialistas
y el asesor jurídico de un sindicato; el médico dueño de un sanatorio
y el recetante de un barrio pobre; el rentista y el inquilino; el
actor de cine y el extra; el técnico cotizado y el capataz; el
estudiante y el profesor; el fabricante medio y el importador mediano;
todos la clase media, todos extendidos en estratos sociales difusos y
enfrentados. No hay sector social en el que las diferencias sean tan
marcadas y tengan tanta relevancia; importa allí el apellido, las
amistades y relaciones; la diferencia cultural y de educación (cómo se
maneja el tenedor, hasta qué grado se hizo, qué títulos hubo de
alcanzarse, etc.)".
Esta heterogeneidad social de la clase media, conjuntamente con su
papel subalterno en la sociedad capitalista, explica tanto su
versatilidad política como los límites infranqueables de esa
versatilidad. Frondizi, en tanto su representante político, habría
actuado durante el peronismo con un propósito definido: impedir la
confluencia de la clase media con el movimiento popular -el peronismo-
que tenía a la clase obrera como su columna vertebral. De allí el
papel objetivamente reaccionario de Frondizi (el de "dique" que frena
la eventual confluencia de la clase media con la clase obrera),
independientemente del contenido "progresista" de algunos de sus
pronunciamientos.
Pero tras el golpe de 1955 la situación cambia. Dice Rey: "El
enfrentamiento con esta realidad, el descubrir que la caída de Perón
no era el objetivo para la felicidad general y la libertad de todos,
sino un propósito de ocultas revanchas económicas, sociales y
politicas, polariza el descontento de casi toda la Nación. Los
sectores sociales medios, empobrecidos, utilizados para encumbrar a
sus propios enemigos, tienden a manifestarse en el plano de la
oposiciòn. Es entonces cuando el demoliberalismo, y Arturo Frondizi
ahora ya en el papel principal, levanta las nuevas banderas de la
defensa de lo nacional y lo popular. Pero esta vez, y por este medio,
no para mantener a las clases medias en el plano de una oposicion
definitiva y hasta el derribamiento del régimen vigente, sino para que
permanezcan sustentando a la estructura total aunque discrepando y
oponièndose al gobierno. Apoyar al régimen y sostenerlo discutiendo y
combatiendo sus hombres y su politica, es su conducta. Ahora no se
trata de impedir que las clases medias lleguen al campo oficial, como
cuando Perón, sino de lograr que no se aparten del oficialismo aunque
se desplacen hacia la más extrema y radical de las oposiciones. Antes
todo iba a arreglarse derribando a Perón; ahora todo se arreglará
cuando se elija a Frondizi".
A partir de 1955 empieza a producirse lo que se conoce como
"nacionalización de las clases medias". Frondizi encarna el primer
momento de ese proceso de nacionalización. Ante la progresiva ruptura
de la clase media con la rosca oligárquico-imperialista que derribó al
peronismo, Frondizi busca subordinar la clase media a la llamada
burguesía nacional. Pero, ¿qué es exactamente la burguesía nacional?
LA TRAICION DE LA BURGUESIA NACIONAL
Gran parte de la discusión político-teórica dentro de la izquierda
argentina se ha desarrollado en torno al papel que puede desempeñar la
burguesía nacional en un proceso revolucionario. La ultraizquierda
(Milcíades Peña, PO, etc.) acusó a la Izquierda Nacional de atribuir
un papel progresista a la burguesía nacional. Se trata de una falsedad
originada en el hecho de que la Izquierda Nacional, a diferencia de la
ultraizquierda, rescató el papel progresista del peronismo histórico.
Como el peronismo estaba conformado como un frente de clases en cuya
dirección se ubicaba un líder bonapartista (Perón) que aplicaba un
programa de capitalismo relativamente autocentrado, la ultraizquierda
concluía que la caracterización que hacía la Izquierda Nacional del
peronismo como progresista, debía extenderse a la burguesía nacional.
Pero se trataba de un error. En realidad, justamente el hecho de que
Perón, un hombre salido de las Fuerzas Armadas, hubiera tenido que
hacerse cargo de las tareas a las que la burguesía nacional daba la
espalda, estaba indicando que esta clase no podía en modo alguno
conducir un proceso de desarrollo y emancipación nacional.
Esteban Rey dedica largos párrafos de ambos libros mencionados a
describir y caracterizar a la burguesía nacional.
Distingue en primer término "un sector de burgueses industriales que
tiene una larga tradición en la República. Dueños de ingenios
azucareros y propietarios de bodegas lo constituyen de un modo
preponderante". Y los caracteriza políticamente: "La alianza de estos
burgueses industriales con los terratenientes, los importadores de
manufacturas, los exportadores de cereales y el imperialismo, resultó
estable porque no hubo ni hay conflictos de iuntereses entre ellos
(...). Este sector de la burguesía industrial nacional se mostró
siempre irreductiblemente reaccionario y antinacional".
Luego distingue un segundo sector: "un sector de la burguesía nacional
se halla vinculado por medio de contratos de asistencia técnica y por
préstamos obtenidos en instituciones bancarias oficiales o privadas,
al imperialismo". Y la caracterización es la siguiente: "su aspiración
más lejana es la de participar, como un socio menor, en la explotación
imperialista de Sudamérica".
Por último, Rey menciona que "el grueso de la burguesía industrial
argentina se integra con gentes recién llegadas a la riqueza. Desde
pequeños talleres artesanales, desde comercios minoristas o,
simplemente, desde un poco más allá de obreros calificados, arribaron
a la propiedad de fábricas que crecían casi con cada mes al calor de
un ávido mercado de consumo interno y de los generosos créditos del
Banco Industrial". ¿Acaso cabe cifrar expectativas políticas en este
sector de la burguesía nacional? Responde Rey: "Oscilantes entre el
país y el imperialismo, entre el pueblo y la oligarquía, resultan
siempre, a la postre, definiéndose por el imperialismo contra el país
y por la oligarquía contra el pueblo".
La conclusión de Rey es entonces clara y desmiente las acusaciones a
supuestas expectativas en esta burguesía que según la ultraizquierda
tendría o habría tenido la Izquierda Nacional. Refiriéndose al
comportamientol de la burguesía nacional a partir de 1955, dice Rey:
"la falta de conciencia nacional de la burguesía industrial argentina
y su absoluta impotencia política tuvieron, durante todo el período de
la dictadura contrarrevolucionaria, una completa confirmación". El
título del libro -"Frigerio y la traición de la burguesía industrial"-
extiende la caracterización de la clase a quien aparecía como su
representante político: "Friegerio no es un líder en el sentido
nacional o popular, sino, simplemente, lo único que la burguesía
industrial ha logrado producir en esrte país como líder", y el
programa por él elaborado cincidía a la perfección con el del propio
Frondizi
LOS LIMITES DEL PENSAMIENTO DE ESTEBAN REY
Las razones de fondo que explican el fracaso del frondizismo según
Rey, pueden leerse en el siguiente párrafo: "Sin el proletariado
industrial y la clase trabajadora, nada es posible. Con ellos, es
posible todo. No se trata de proclamar que el proletariado y la clase
trabajadora, solos, conseguirán la victoria. Pero hay que aceptar
también que sólo con ellos y junto a ellos, mediante su fuerza, es
posible alcanzarla".
Así como la ultraizquierda condena a la clase obrera a la impotencia
política en nombre de un clasismo abstracto que le impide tener una
política hacia otros sectores oprimidos o en conflicto con el orden
vigente, el frondizismo cree que el frente de clases puede conformarse
con la burguesía nacional en la cúspide, la clase media apoyando desde
abajo y el proletariado mirando desde afuera. Esta es la concepción
desarrollista tendiente a "construir una burguesía nacional" para
desarrollar un "modelo productivo", a la que todavía hoy consideran
"progresista" muchos kirchneristas. El error consiste en ignorar que
la burguesía nacional no aspira a enfrentar al imperialismo, sino a
acordar con él en calidad de socia menor. De ese modo, deserta de la
lucha por la liberación nacional. Rey lo expresa así: "La burguesía
industrial capituló. Prefirió continuar en un papel de segundo orden
antes que correr el riesgo de un proceso que traería a las masas
populares a un primer plano en la vida política argentina. Entre la
capitulación incondicional y la revoucion nacional, eligieron el
primer camino".
Sin embargo, Esteban Rey no saca todas las conclusiones que
corresponde sacar del proceso que describe. Es esta la gran limitación
de sus trabajos, y también lo que explica que en 1973, luego de
presentarse como candiato a senador por el Frente de Izquierda
Popular, abandonara el partido de la Izquierda Nacional militante para
sumarse al justicialismo.
Dice Rey: "La burguesía industrial, que había aprovechado de la
política industrialista del gobierno de Perón, que había gozado de sus
créditos y de la protección aduanera, que había sido la mimada en la
distribución de la renta nacional y que había podido desarrollarse
gracias a esta política del peronismo, pasó a integrar, en su inmensa
mayoría, el frente contrarrevolucionario. Sus riquezas y sus
vinculaciones, su poderío económico y sus influencias, fueron jugadas
a la carta de la caída de Perón".
Se trata de una observación de extraordinaria importancia para el
planteamiento de una estrategia revolucionaria.
Aun con toda su progresividad histórica, el desenvolvimiento del
programa peronista llevaba en su seno la semilla de su propia
destrucción. Rey está afirmando que la dinámica misma del capitalismo
autocentrado alimentaba progresivamente a una clase social cuyos
intereses, llegado un punto, habrían de volverse en contra del proceso
mismo que los realizaba. Para decirlo metafóricamente: la derrota de
1955 estaba inscripta desde el comienzo en la victoria de 1945 y 1946.
Pero si esto es así, desde el punto de vista de los intereses
emancipatorios nacional-populares más generales no alcanza sólo con
criticar a la ultraizquerda por desentenderse del frente de clases y
al frondi-frigerismo por proponer un frente de clases conducido por la
burguesía nacional y cuya columna vertebral sea la clase media. ¡Hay
que extender la crítica al frente de clases conducido por Perón!
Rey dice: "El proletariado industrial sindicalmente organizado es la
llave maestra del necesario reagrupamiento que evitará la dispersión y
que preparará las condiciones en las que la victoria popular y
nacional ha de resultar inevitable". Así dicho, es falso. Siendo una
condición necesaria para el triunfo de las aspiraciones emancipatorias
nacional-populares, la presencia de la clase obrera en el frente de
clases no es la condición suficiente. Además de ser la "columna
vertebral" de tal frente, la clase obrera debe constituirse en "cabeza
conductora". Esta conducción le imprimirá al frente de clases un rumbo
socialista, es decir, no basado en el objetivo de construir una
burguesía nacional que más tarde o más temprano capitulará ante el
imperialismo, sino en el objetivo de erigir al Estado, centralizado y
a la vez democratizado mediante formas de cogestión y autogestión, en
el mortor de la acumulación.
No haber sacado esta conclusión tuvo trágicas consecuencias en los
años setenta. Superada la ilusión frondizista de un frente de clases
nacional y popular pero sin obreros y sin Perón, es decir, superado el
"primer momento" del proceso de nacionalización de las clases medias,
tuvo lugar el "segundo momento" de este proceso. En el plano
estructural, por así decir, Rey lo explica del siguiente modo: "la
alianza de clases debe reconocer que la única posibilidad de triunfo
radica en que la gran convocatoria de esfuerzos nacionales se realice
alrededor de la clase obrera, reconociendo su papel primordialísimo y
su carácter de garantía de estabilidad y de perduración del curso
revolucionario en todo el proceso". En el plano politico, esto
significó la incorporación al peronismo de buena parte de esa clase
media. Pero el peronismo, por su propia naturaleza, no podía asimilar
una "alianza plebeya" entre la clase media y la clase obrera. Esta
alianza sólo podría tener lugar en un frente de clases reconfigurado
en términos de un programa sociaista y una conducción obrera. Al no
concretarse esta posibilidad, por la que la Izquierda Nacional batalló
frente a la incomprensión de la izquierda cipaya y de la izquierda
peronista, sobrevino la sangrienta contrarrevolución
oligárquico-imperialista de 1976, cuyos efectos aún padecemos.
GC (14/2/2011)

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