En los últimos meses un libro del periodista Andrés
Oppenheimer viene recibiendo el beneplácito de los medios. El autor
recorre programas televisivos sosteniendo que el progreso de los países
se debe al desarrollo de la educación. A esta prédica, realizada desde
posturas francamente reaccionarias, se suman ahora otras voces de la
exaltación pedagógica. Por ejemplo el diario Clarín ha cedido una
página para que Alberto Luis Romero pueda repetir las ideas de su padre
sobre un inalterable progresismo de Sarmiento, con motivo del segundo
centenario de su nacimiento el 14 de febrero de 2011. La celebración es
también acompañada desde la página digital de Izquierda Socialista
con un artículo de Tito Mainer. Como puede apreciarse el espectro
sarmientista es muy amplio y cubre desde la extrema derecha a la
ultraizquierda dejando espacio para el centrismo.
Algunas de las aseveraciones de Mainer serán objeto de los siguientes comentarios:
• "Estadista burgués honesto y consecuente"
El pensamiento de Sarmiento careció de una orientación direccional
estable. Su juvenil adhesión al romanticismo de la generación del 37 la
realizó sin desprenderse totalmente del iluminismo todavía presente. Un
claro ejemplo de esa mixtura es el famoso libro Facundo. Posteriormente
tampoco avanzó hacia un romanticismo integral sino que lo mechó con
posturas positivistas. En este último terreno prefirió la influencia de
E. Spencer para adoptar un fuerte posicionamiento racista en Conflicto y armonías de las razas en América.
A esta discontinuidad filosófica adicionó sus alteraciones políticas.
Pasó de su inicial unitarismo al apoyo del federalismo de Urquiza, para
entregarse después abiertamente al mitrismo. También abandonó su
originaria admiración por Francia por su idealización de los Estados
Unidos, para finalmente desembocar en una amplia anglofilia. Propició
con entusiasmo la inmigración europea y después renegó de ella como
puede apreciarse en Condición del extranjero en América. Nunca
fue un pensador sistemático sino un impulsivo errante, más apasionado
que reflexivo. Carente de ataduras políticas desde 1875, se convirtió en
un franco tirador impredecible.
• "A su turno se enfrentó con B. Mitre y con J. A. Roca"
Sarmiento apoyó plenamente a Mitre en la etapa de secesión bonaerense y
durante toda su presidencia. Esto le permitió satisfacer sus afames
represores, especialmente contra las resistencias provincianas y la
autonomía paraguaya. Para dar ejemplos salientes recuérdese su odio a
Chacho Peñaloza (apludió el asesinato precisamente por su forma
horrorosa) y a Francisco Solano López (proclamaba que los paraguayos y
su jefe eran étnicamente inferiores). Durante la presidencia de Roca
ocupó diversos cargos públicos lo que le permitió cobrar cinco sueldos
simultáneamente.
• "Fue el más preclaro estadista"
Uno de los principales elementos constitutivos de un estado es su territorio. El sanjuanino sostuvo en Facundo
que el mal argentino era su vasta extensión territorial. En Chile,
apoyando a la oligarquía gobernante propició la ocupación del estrecho
de Magallanes y el avance sobre la Patagonia ("Magallanes pertenece a
Chile y quizás toda la Patagonia"). También consideró que la presencia
británica en las Islas Malvinas era un signo de progreso civilizatorio.
Posteriormente, festejó el desprendimiento de Buenos Aires de la
Confederación. Nunca apoyó a las figuras continentales integracionistas y
despreció a caudillos como Artigas. Propició la pequeña propiedad
agraria y la educación, pero en su presidencia nada hizo por lo primero y
muy poco por lo segundo.
• "Formación de ciudadanos acostumbrados a decidir y votar democráticamente"
Siempre Sarmiento se mostró enemigo del voto popular ("El ejercicio de
la soberanía traería como consecuencia la elevación de un caudillo, que
representa en todos sus instintos la mayoría numérica en despecho de la
minoría ilustrada"). En su carta a Domingo de Oro del 17-6-57 se
vanagloriaba del fraudulento triunfo electoral del 29-3-57 conseguido
por el ejercicio del terror sobre los opositores. ("Los gauchos que se
resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueran encarcelados,
puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la
frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus
escasos bienes y la mujer"). Jamás se preocupó por el desarrollo de las
prácticas democráticas.
• "Tenía por intención civilizar a los gauchos y marginales y nacionalizar a los inmigrantes"
Soñaba Sarmiento con una organización nacional sin injerencia de indios,
negros y mestizos. Poseía una concepción racista de la civilización
donde las etnias blancas sin mezcla poseyeran una superioridad
determinante. Por eso aconsejó a Mitre no ahorrar sangre de gauchos,
elogió las campañas de eliminación de los indígenas y pensó que la
descendencia con negros venía a empeorar aún más la conformación étnica.
Estaba convencido que el progreso de Estados Unidos se basaba en la
ausencia de una descendencia entre conquistadores y mujeres autóctonas.
Debido a ello si en Facundo era optimista (en definitiva la civilización
se impondrá sobre la barbarie), en Conflicto y armonías de las razas en América
fue pesimista (nunca se superará el déficit racial derivado del
mestizaje). Desilusionado del proceso inmigratorio, en la vejez perdió
todo interés en que los extranjeros se nacionalicen.
Se podría continuar con estas cuestiones. Pero, para no abrumar al
lector, corresponde ahora señalar otros aspectos del artículo de Tito
Mainer. Llama la atención el alejamiento de las orientaciones que sobre
el particular estableciera Milcíades Peña. El rescate por izquierda de
las figuras de Alberdi y de Sarmiento que este historiador influyente de
la ultraizquierda realizara oportunamente, fue hecho con variados
reparos que no aparecen en el apologético texto glosado. Al respecto
corresponde las siguientes afirmaciones:
→ la guerra contra el Paraguay que apoyó Sarmiento configuró una Triple Infamia;
→ en su lucha contra la barbarie se ligó con la oligarquía porteña que carecía de propósitos verdaderamente civilizatorios;
→ fue un liberal burgués en la época del imperialismo cuando el capitalismo ya había perdido todo contenido progresivo;
→ en su presidencia Sarmiento logró elevarse por sobre los intereses de
las fracciones oligárquicas pero no alcanzó a romper con la oligarquía
en su conjunto;
→ le faltó la clase social que lo apoyara en la construcción de un capitalismo autónomo.
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