domingo, 6 de junio de 2010

La historia de la activista norteamericana Rachel Corrie en Gaza

Han pasado siete años. Ocurrió el 16 de marzo de 2003, cuando la joven estadounidense Rachel Corrie fue arrollada y muerta por un bulldozer israelí en la localidad de Rafah, en la franja de Gaza, por oponerse con su cuerpo a las demoliciones de casas palestinas. Un millar de palestinos recordaron a Rachel el día de su muerte llevando en una manifestación espontánea una camilla envuelta con la bandera de Estados Unidos. "Hoy velamos la bandera de los Estados Unidos para mostrar nuestra solidaridad con todos los estadounidenses que aman la paz como Rachel", dijo Hassan Abu Toa'ama, un campesino de Rafah. Pero el gobierno norteamericano desechó una investigación independiente que aclarase la muerte de su ciudadana, que como tantas otras quedó impune. Corrie tenía 24 años y dejó escritas unas cartas a su madre, publicadas bajo el título "My name is Rachel Corrie". La última dice lo que sigue:

"Esto tiene que terminar. Tenemos que abandonar todo lo demás y dedicar nuestras vidas a conseguir que esto se termine. No creo que haya nada más urgente. Yo quiero poder bailar, tener amigos y enamorados, y dibujar historietas para mis compañeros. Pero, antes, quiero que esto se termine. Lo que siento se llama incredulidad y horror. Decepción. Me deprime pensar que ésta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre. No fue esto lo que yo quería cuando me trajeron a esta vida. No es esto lo que esperaba la gente de aquí cuando vinieron al mundo. Este no es el mundo en que tú y mi papi querían que yo viviera cuando decidieron tenerme".

Hoy navega hacia Palestina un barco con el nombre de Rachel Corrie, al que amenazan las mismas armas a las que ella se enfrentó sin armas. El ejemplo de Corrie ya costó la vida a diez cooperantes de la Flotilla de la Libertad, asesinados a quemarropa por soldados israelíes hace unos días. Esto tiene que terminar, Corrie, y quienes han ido, van y volverán a ir en esos barcos con sólo la paz y la palabra, como tú, saben que eso ahora está mucho más cerca. El primer indicio será comprobar que quienes te mataron no van a disparar sobre tu nombre, inscrito en la proa de un mercante cargado de valor y solidaridad. No lo harán porque puede que estén empezando a temerlo.


Fuente.publico.es


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