sábado, 15 de enero de 2011

Peones kirchneristas denuncian peones duhaldistas por Gustavo Cangiano


Si alguien tiene dudas acerca de que la Carta Abierta de Galasso a Altamira no es producto de una iniciativa personal, sino que forma parte de una campaña de acción psicológica diseñada por el think tank oficialista, puede disipar esas dudas leyendo el diario "El Argentino" en su edición de hoy, 14 de enero. En una nota de tapa que se continúa en la página 2, titulada "El peón de Eduardo Duhalde", firmada por Demetrio Iramain, se sigue atacando al Partido Obrero y a Jorge Altamira. El argumento es siempre el mismo: el PO "le hace el juego" a Duhalde.

Antes de referirme al contenido de la nota de "El Argentino", dos cuestiones previas:

1) ¿Por qué es importante tener en claro que la Carta Abierta es una iniciativa del kirchnerismo y no del propio Galasso? Porque Galasso se permite aleccionar a Altamira sobre la necesidad de "golpear juntos" pero "marchar separados" del gobierno junto al cual se golpea. Nosotros ya sabemos que la consigna leninista de la que se apropia Galasso exige dos condiciones: a) un Frente Nacional de cuya dirección debe mantenerse independiente una organización obrera y socialista, y, justamente, b) una organización obrera y socialista que, manteniéndose independiente, "golpee junto" a esa dirección del Frente Nacional (es lo que hizo el FIP en el período 1973/76, cuando los Galasso y los Altamira -el montonerismo y el seudotrotskismo- trabajaban objetivamente para el golpe). Ya sabemos que hoy no hay un Frente Nacional en el gobierno y que Galasso no representa a ninguna organización obrera y socialista. Esto determina que Galasso sea sencillamente un estafador político. Comprobar ahora que Galasso ni siquiera tiene la iniciativa personal de ponerse a polemizar con Altamira, sino que simplemente cumple órdenes "de arriba", no hace sino corroborar ese carácter de estafador político.

2) La acusación de "duhaldismo" que Galasso y sus jefes kirchneristas le hacen al Partido Obrero es, en un sentido que excede al propio PO (cuya política ultraizquierdista siempre hemos criticado en la Izquierda Nacional), profundamente reaccionaria: pretende demostrar la imposibilidad de abrir una vía de desenvolvimiento político independiente del gobierno y de la oposición partodocrática de derecha. Tal vez porque el peso de los años ya no le permite advertir este significado reaccionario, Galasso le advierte a Altamira que debe dejar de atacar al gobierno porque no hay que confundir al "enemigo principal" con el "enemigo secundario". Es decir, lo que propone Galasso a los trabajadores y a los sectores populares es resignarse al "enemigo secundario" (el kirchnerismo) para que no venga el "enemigo principal" (la oposición partidocrática). Que así piense alguien cuyo horizonte político-intelectual ha desestimado como "utópico" al socialismo, vaya y pase. ¡Pero que así piense alguien que cita a Lenin, se autoproclama socialista revolucionario y presume de independiente y "crítico", no deja de ser llamativo! En cualquier caso, todo el mundo debe saber que así no piensa, no ha pensado ni pensará nunca el socialismo de la Izquierda Nacional. De todos modos, los kirchneristas que llaman "peones de Duhalde" a quienes desde la izquierda se les oponen, no deberían olvidar que el kirchnerismo surgió de las entrañas mismas del duhaldismo. Y que aun antes, en los 90, por ejemplo, ultrakirchneristas como el mismísimo Carlos Kunkel trabajaban en Florencio Varela... ¡para Duhalde! Si se trata de detectar duhaldistas, el gobierno debería mirarse el propio ombligo y los encontrará a montones. El jefe de Gabinete Aníbal Fernández, por ejemplo, es otro duhaldista emblemático reciclado de la noche a la mañana.

Vamos ahora a la nota de Iramain en el diario kirchnerista "El Argentino", que dedica su tapa a atacar a Altamira.

Al autor no le gusta un cartel de PO titulado "Que el Gobierno rompa con Pedraza". Dice que, a su manera, el gobierno ya rompió con Pedraza, pues la ex fiscal del caso Ferreyra fue convocada al Ministerio por la políticamente ubicua Nilda Garré. Entonces Iramain se pregunta qué sucedería si el gobierno rompiera con Pedraza "de la manera que le reclama" PO. Y se contesta a sí mismo: La Unión Ferroviaria "cortaría el servicio de trenes y la ciudad se convertiría en un caos". Presumiendo que los militantes de PO contribuirían al caos, concluye: "¿No estaría (el PO) siendo funcional a Pedraza?

Se trata, sin dudas, de una acusación extraña: no acusa al PO por lo que hace ni por lo que ha hecho, sino por lo que él supone que el PO haría en una situación hipotética. En cualquier caso, lo que queda claro es que Iramain está reconociendo que el gobierno es rehén de la burocracia de Pedraza, socia a su vez en todos los negocios generados con la privatización de los ferrocariles. Iramain deja servida en bandeja la respuesta de Altamira a su acusación de que PO es "peón de Duhalde": "Kichnerismo 2012, peón de Pedraza".

Pero lo más criticable de los artículos por encargo como el de Iramain, o como las cartas abiertas de Galasso (ya está 
circulando su segunda carta a Altamira), no es su contenido, que en definitiva siempre será materia discutible. Lo más criticable no es lo que ellos dicen sino lo que sugieren sin decirlo de manera abierta. Escribe Iramain refiriéndose al PO: "esta versión criolla de los autoproclamados campeones del marxismo...". La misma estrategia discursiva de Galasso cuando con estilo canyengue aconseja a Altamira no olvidarse de las enseñanzas de Lenin. Lo que intentan hacer estos escribas kirchneristas es disfrazar su kirchnerismo con la autoridad de un "autèntico" marxismo (no el "autoproclamado marxismo", según Iramain) y de un "autèntico" leninismo (el de "marchar separados y golpear juntos", según Galasso).¡Hablar desde un lugar que no es el propio, y a sabiendas de que no es el propio, constituye una muestra acabada de doblez política!

Basta con echar un vistazo a los blogs kirchneristas que reproducen la polémica Galasso-Altamira para advertir en la procacidad de los mensajes de lectores el desconocimiento absoluto que del marxismo y del socialismo tienen los militantes o funcionarios oficialistas. En cuanto a quienes piensan con cabeza propia y advierten la clase de tonterías sin sustento de los Iramain y Galasso, les quedará la impresión de que en este debate la autoridad del marxismo está del lado de Altamira y del 
PO. ¡Grave error! El seguidismo oportunista a un gobierno pequeñoburgués progresista o neodesarrollista, que proponen los Galasso y los Iramain, no se combate con el discurso ultraizquierdista que brota espontáneamente en sectores estudiantiles de la pequeña burguesía en estos tiempos de retroceso de masas. Se lo combate trabajando por la reconstrucción del Frente Nacional (el Frente Unico Antiimperialista, en la terminología marxista) desde el lugar de una orgaización socialista, revolucionaria y de Izquierda Nacional.

GC

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