jueves, 30 de junio de 2011

Abelardo Ramos y el 24 de Marzo

HABLA JORGE ABELARDO RAMOS EN VISPERAS DEL GOLPE DE 1976

Antes de ser definitivamente quebrado por el imperialismo en los años
noventa, Jorge Abelardo Ramos desempeñó un importante papel en las
luchas populares de los años sesenta y setenta. Es importante entonces
conocer su pensamiento, puesto que incluso muchos de los que se
autoproclaman sus discípulos lo han olvidado o, sin haberlo olvidado,
lo tergiversan descaradamente.
En febrero de 1976, apenas unas semanas antes del golpe que derrocó a
Isabel Perón y descargó sobre los argentinos el más espantoso terror
contrarrevolucionario, Ramos, en su condición de presidente del Frente
de Izquierda Popular -la organización de la Izquierda Nacional
Militante-, respondía a un reportaje que le efectuaba el periódico
"Izquierda Popular". Veamos lo que decía:

-¿Cree usted posible un golpe militar? ¿Qué relación tendría con ese
golpe la oleada terrorista?
- Ya ha habido un golpe militar. El de los aviadores fascistas en los
últimos días de diciembre, que fueron con seguridad alentados por
numerosos otros oficiales que finalmente decidieron no plegarse al
golpe haciendo -según dice el dicho chileno- "como el capitán Araya,
que los embarcó a todos y él se quedó en la playa".
A las 48 horas de haber fracasado el golpe de los aviadores, los
terroristas practicaron el suyo en Monte Chingolo, originando una
masacre sin precedentes.
Unos y otros pretendía derribar al gobierno, que bueno o malo, fue
elegido por la mayoría del pueblo argentino. Terroristas y golpistas
perseguían el mismo propósito. Pero el conjunto de las Fuerzas Armadas
no solamente no quiere derrocar al gobierno actual sino que tampoco
puede. Algún espíritu malicioso podrá decir que no quiere porque no
puede. Pero lo cierto es que después de siete años de dictadura, de
Onganía a Lanusse,las Fuerzas Armadas han advertido los riesgos que
supone para la unidad de sus fuerzas asumir el gobierno político del
Estado de un país en crisis.
Como al mismo tiempo las Fuerzas Armadas y los partidos tradicionales
observan la tendencia a la fragmentación del peronismo, unos y otros
convienen -tal el caso del general Videla y del doctor Balbín- que una
solución electoral a corto plazo con un justicialismo dividido podría
permitir el triunfo de la democracia liberal y el estancamiento del
país. Pero la crisis del peronismo no va a significar la crisis de la
Revolución Nacional ni a enajenar el futuro del pueblo argentino.
Las tendencias nacionales se reagruparán buscando un nuevo eje. Y es
de desear que a diferencia de 1945, en que el movimiento nacional se
estructuró en torno de los jefes del Ejército, esta vez se reagrupe
alrededor de la clase obrera y del pensamiento socialista. Sólo así
las divisas del 45 podrían realizarse y el comienzo de una revolución
que transforme la sociedad argentina tendría lugar.

Interesante, ¿verdad? Lo primero a destacar es la caracterización que
hace de los "nacionalistas" que se levantaron en Morón con Capellini y
de los "socialistas" que atacaron en Monte Chingolo bajo la conducción
de Santucho. Unos y otros, independientemente de cualesquiera hayan
sido sus intenciones subjetivas, actuaban objetivamente en favor del
imperialismo y en contra de los trabajadores. Lo segundo a destacar es
que Ramos era demasiado moderado a la hora de sacar las conclusiones
de la situación que él mismo describía tan correctamente: la
inoperancia y fragmentación del gobierno peronista -hijas, en
definitiva, de las limitaciones de clase del Frente del 45-, así como
la exasperación golpista de los cipayos de izquierda y derecha, y
además la orfandad política de los trabajadores, tornaban inviable la
perspectiva de una salida electoral "ordenadora". Esa salida sólo
sobrevendría -como sobrevino en 1983- tras la carnicería llevada
adelante por los centuriones de la picana, que además de asesinos eran
idiotas útiles al servicio del amo anglosajón.
Por último, tiene mucha importancia para nuestra construcción
militante destacar que Ramos señala la necesidad de reagrupar a las
fuerzas nacionales bajo la dirección de la clase obrera y en la
perspectiva del socialismo. Esta última indicación ha sido
deliberadamente omitida por ciertos apologistas de un Ramos que
aparece subsumido en el nacionalismo democrático de un Manuel Ugarte o
un Arturo Jauretche.
GC

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