Se sabía de su existencia, pero nunca había podido ser captado por las cámaras hasta que el fotógrafo sudafricano Isak Pretorius, especializado en vida salvaje, consiguió retratarlo. Necesitó tres días para conseguirlo, porque el gekko apenas mide 60 centímetros de longitud y tiene un tono rosado que le permite camuflarse perfectamente entre la arena de las dunas costeras donde vive.
Vía: Labrujulaverde Vía: Greendiary
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